El Orador

Algunas personas erróneamente enfatizan la imagen o la reputación. Observe lo que tiene que decir William Hersey Davis acerca de la diferencia entre el carácter y su sombra, la reputación:

Las circunstancias en las que vive determinan su reputación… la verdad que cree determina su carácter…
La reputación es lo que se supone que sea; el carácter es lo que usted es…
La reputación es la fotografía; el carácter es el rostro…
La reputación viene de afuera; el carácter crece desde adentro…
La reputación es lo que tiene cuando llega a una nueva comunidad; el carácter es lo que tiene cuando se marcha.
Su reputación es lo que se hace en un momento; su carácter se edifica a través de toda una vida…
Su reputación se aprende en una hora; su carácter no sale a la luz hasta pasar un año…
La reputación crece como un hongo; el carácter dura una eternidad…
La reputación lo enriquece o lo empobrece; el carácter lo alegra o lo hace infeliz…
La reputación es lo que los hombres dicen de usted en la tumba; el carácter es lo que los ángeles afirman de usted ante el trono de Dios.

Ciertamente, una buena reputación es valiosa. Salomón, rey del antiguo Israel, declaró: «De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro». Pero la buena reputación es el reflejo del carácter de la persona. Si la reputación es como el oro, entonces tener integridad es como ser dueño de la mina. Preocúpese menos por lo que otros piensan, y préstele atención a su carácter interno. D.L. Moody escribió: «Si me ocupo de mi carácter, mi reputación se ocupará de sí misma».

(John C. Maxwell y Jim Dornan. “Seamos personas de inlfuencia”. Editorial Caribe. 1998. Nashville, Miami. Versión Digital pp. 19)

Para poder lograr objetivos fructíferos a la hora de expresarnos, debemos tener en cuenta cinco puntos fundamentales, que consideraremos condiciones imprescindibles para aprender oratoria:



No se debe tener miedo a hablar en público, pero sí respeto por el público, y por tal motivo como orador, hay que prepararse y no tomar la práctica de la oratoria con superficialidad. 
Tampoco hay que temer al hecho de "quedarse en blanco", recuerden que siempre tendremos algo importante que decir si somos nosotros mismos, si con nuestro estilo procuramos que quienes nos oyen, se enriquezcan de nuestras experiencias y con aquello que podamos transmitirles. 
Debemos apartarnos de la soberbia, el egocentrismo y el narcisismo ya que estas actitudes sólo nos empujarán a querer mostrar todo lo que uno sabe y sin darnos cuenta edificaremos una barrera entre el auditorio y nosotros infranqueable, haciendo imposible el objetivo final de la oratoria, comunicarnos y transmitir un mensaje.
Simplemente con humildad se debe procurar llegar al público y permitir que él, también llegue a nosotros. 
Para conseguir nuestro propio estilo, debemos pensar en cuatro aspectos que se interrelacionan entre sí:



Realizando una práctica de extrañamiento, como sugeriría Voloshinov, debemos alejarnos de nuestras prácticas y saberes, procurando objetividad, para analizar cómo somos. Esta forma de conocimiento personal, nos guiará en la toma del siguiente paso que es ponernos en el lugar del otro para conocer cómo es el auditorio.
Una vez conocidas ambas partes de interrelación dentro de la comunicación que se establecerá por medio del discurso, o de nuestra participación como oradores, podremos examinar en profundidad qué es lo queremos transmitir y conseguir por medio de nuestra práctica y clarificado esto, surgirán las ideas de cómo conseguir dicho objetivo, delimitando el camino a tomar.


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